viernes, 30 de marzo de 2012

Privatización de la cultura, ¿qué sigue después?

Les comparto una nota que salió publicada el viernes 30 en el Diario LA MAÑANA de Córdoba. Abierto a comentarios.
El afán privatizador de la “gestión Mestre” en la ciudad de Córdoba, no parece tener límites. Luego de la tercerización del objeto de la empresa municipal Crese, le toca a la cultura y seguramente después vendrá la empresa municipal de transporte público de pasajeros, Tamse.
La ordenanza en discusión hoy en el Concejo Deliberante cede todas las facultades para disponer de bienes públicos a una entidad que tomará decisiones sobre el patrimonio público. El Concejo Deliberante es el órgano que, según la Carta Orgánica Municipal, debe prestar acuerdo en  todos los casos de enajenación de bienes públicos y en muchos casos deben ser votadas con mayorías agravadas. Es decir con más votos que la simple mayoría que requiere esta ordenanza de creación de una “Fundación”. Nuevamente, se utilizan los andamiajes jurídicos en forma totalmente inconstitucional violando de ley madre del municipio. Los beneficiados, siempre los mismos, grupos empresarios privados en detrimento de los intereses de todos los vecinos y vecinas. Las políticas públicas no pueden ser llevadas adelante por estructuras privadas, es el Estado quien debe establecerlas y su función no es concurrir al mercado como un actor más, sino establecer las líneas de acción por las que se deben encarrilar los intereses propios y de los particulares. Evidentemente, no es ésta la concepción del actual Gobierno de la Ciudad de Córdoba, que fundado en su legitimación electoral, transita peligrosos caminos de inconstitucionalidad en cada una de sus decisiones y contribuye con ello a la degradación de las instituciones de la democracia. Las razones de la pretendida y ya reiteradamente esgrimida emergencia de las finanzas municipales, no justifica que el Estado municipal se despoje de sus funciones inherentes y la ceda en beneficio de poderosos intereses privados dando vía libre de acción y decisión a espaldas de la voluntad de los representantes de los vecinos. El patrimonio cultural, histórico y arquitectónico de la Ciudad son bienes y valores que deben ser resguardados por el propio Estado municipal. Ceder la facultad de decidir sobre cuáles serán los espectáculos culturales a que accederán los vecinos a manos privadas, es tan o más peligroso como decidir cuáles de las edificaciones declaradas como patrimonio histórico seguirán en manos del Estado (es decir de todos los cordobeses), o serán cedidas a manos privadas para ser demolidas o reformadas e incorporarse a emprendimientos privados. Paralelamente, el municipio encaró una agresiva campaña de recomposición de ingresos vía fuertes incrementos de impuestos y tasas, que no se han reflejado todavía en mejoramiento de servicios tales como alumbrado, bacheo, desmalezado, reparación de semáforos, cuidado de plazas, etcétera. Y en cambio, lo recaudado parece estar destinado a abonar a los prestadores de  esos servicios públicos tercerizados jugosos contratos.
En este punto, cabe preguntarse si es esta línea de acción que los vecinos y vecinas de Córdoba hacen suya, o quieren para la ciudad; advirtiendo que se están tergiversando los mecanismos de la democracia, aplicando medidas de neto corte autoritario, a fin de beneficiar solamente intereses particulares.

Por Graciela Treber, ex concejal de la ciudad de Córdoba

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